martes, 9 de junio de 2009

****el ultimo dragon 17 al 24......****


Una hilera de mil antorchas avanzaba por las colinas de Fandora Jondalrun marchaba a la cabeza de su ejército. También él estaba cansado y hambriento pero, entre todos los hombres, él era quien menos podía protestar. Su hijo asintió en silencio, temeroso de la travesía que les aguardaba. El ejército empezó a llegar hacia el mediodía y pronto se hizo patente que las embarcaciones no podían trasladar a todos los soldados. Los víveres eran muy escasos y, con ello, el entusiasmo de su ejército ante la inmediata invasión también era mínimo. Los cuatro Ancianos se habían reunido contempló al Anciano de Tamberly, que conferenciaba con jenniel sobre cuestiones de suministros Tamark enarcó las cejas como si se dispusiera a anunciar un mensaje de la máxima importancia. Cuando un hombre está en el mar y nota que el viento arrecia y las olas se alzan como la cabeza de un Dragón, sabe que es absurdo resistirse. Lo mejor que puede hacer es cubrirse, proteger su barca y rezar.Lagow frunció el entrecejo. Sin embargo, yo aún daría marcha atrás mañana, si pudiera.
El pueblo de Fandora está asustado, Tamark. No saben qué significo En su pequeña celda subterránea, Amsel meditaba sobre su situación, a la guerra. Amsel recordó que el barón se había referido a un hombre llamado Viento de Halcón Debía hacer lo posible por localizar a aquel Viento de Halcón. Amsel contemplo la celda, extendió los brazos por encima de la cabeza y vio que apenas lanzaba las rices. Recogió varis tiras de la corteza de la raíz mas gruesa, y empezó a pelarla y llenar la bolsa que llevaba en el cinto.

De modo de que la princesa ataca de nuevo. La muchacha estaba sentada alado de viento de halcón. La pareja estaba sentada en un gran diván gris tachonado de perlas la visita a las minas le había sido de gran utilidad. Las noticias de los Bosques del Norte no eran inquiétales, había decidido afrontar las cosas con tranquilidad. Ceria asintió. Le gustaba ver a Viento de Halcón relajado. Rara vez tenían ocasión de estar juntos a solas y le encantaba poder compartir unos momentos de amor. Jugueteó con la diadema y la joya que descansaban descuidadamente en el brazo del diván. El comentario pilló a Ceria por sorpresa la entrevista de Evirae con el hombre del Norte fue una traición. ¡Caridad! Entre risas, Ceria arrojó la joya con la diadema sobre el lecho de Viento de Halcón, al otro extremo de la estancia Ambos se echaron a reír a la vez y Ceria se acurrucó apasionadamente Contra él. El asesinato de la niña no se ha olvidado y la Nave del Viento que desapareció semanas atrás es un motivo de preocupación para muchos Sabes que es así; siempre lo has sabido. ¡Por favor, no me vuelvas la espalda ahora! Está sucediendo algo que tú ni yo entendemos... La mujer se incorporó y dio unos pasos hacia el lecho con dosel del otro extremo de la habitación. En torno al inmenso árbol del palacio, fuera de este círculo terminaban los territorios reales, pero las casas que se alzaban detrás de aquellos árboles enormes se contaban entre las más espectaculares de toda Simbala! Entre esas calles y las bulliciosas plazas de Simbala, el río Kamene vertía sus aguas en un imponente lago de aguas azules. Evirae acarició un pequeño oso arborícola marrón que llevaba dócilmente sentado en su hombro La princesa mentía y Mesar lo sabía. El mar estaba cubierto por una capa de niebla que impedía el vuelo incluso al Jinete el Viento más experimentado El consejero alzó la vista, sobresaltado. El osezno había saltado del hombro de Evirae y, tras cruzar el camino, se dirigía hacia el lago. Mesar le devolvió la sonrisa y sabía que, por el momento, no podía disuadir a la princesa de abandonar el rumbo que había emprendido Si Evírae llegaba a alcanzar el trono, él se beneficiaría más que la mayoría. Empezó a retroceder hacia el carruaje pero cuando extendió el brazo para invitar a Evirae a entrar en la calesa, la princesa sacudió la cabeza.

Viento de Halcón por la mañana dijo, mientras subía a la calesa. Evirae escuchó cómo el sonido de las herraduras se alejaba. Unió dos de sus largas uñas y contempló su figura reflejada en las aguas, ahora plácidas. Su mente evocó un viejo aforismo. Con una sonrisa, musitó: La belleza de una mujer es el mejor refugio para la verdad. Amsel hizo una breve pausa al salir al pasadizo, considerando la ruta que debía seguir. Recordó que Evirae y los otros habían ido hacia la izquierda al abandonar la celda, de modo que se encaminó hacia Ir derecha Durante los últimos días había pasado muy malos tragos; de hecho, le asombraba haberlos soportado tan bien.

Amsel trató de correr más deprisa pero el cansancio se lo impedía. Las raíces le abofeteaban el rostro, desorientándole Amsel descubrió un pequeño hueco en la pared, justo frente a él; si lograba llegar allí, estaría a salvo; el centinela no podría introducir su gran mole por la abertura La raíz cedió ante el peso del corpulento centinela y un extraño ruido como un trueno llenó el túnel El mundo se volvió del color del barro y la oscuridad lo envolvió por completo. Una inesperada ráfaga de viento golpeo un de las barcas que estaban haciendo áridas por los acantilados de cado Gage. Tres cuerdas la sujetaban sobre el agua, a media altura del escarpado, el viento la empujaba ahora peligrosamente sobre las rocas.

Durante toda la noche, todas las embarcaciones fueron bajadas unas tras o tras el agua desde los acantilados. Los hombres trabajaron sin comer ni dormir y, cuando los primeros los rayos del amanecer surgieron entre la bruma sobre el horizonte de simbala, la flota largo velas para unirse a las naves principales, querré habían sido votadas en las playas.

Los voladores respetaban a los dragones pues estos los habían protegido en una era remota, la era de los dragones habían terminado definitiva mente y los voladores del frío estaban solo. Los dragones los recatarían del frío, mas intenso.

Dos horas antes de la llegada del monarca y la princesa, la zona empezó a llenarse de gente venida de todo el bosque superior; viento de halcón llego resaltando por sus criados; las acusaciones del hombre de los bosques del norte ya había producido bastante daño, viento de halcón lo podía utilizar esta reunión como una oportunitas, lámenos, tranquilizar a los ciudadanos de simbala; sobre el asunto el acecino de la niña no será el ultimo amenos que se adopte, la multitud se abatía de varias dudas. El monarca estudio de nuevo la multitud y vio aparecer un destello de esperanzas en su semblante preocupados; con un grácil de su capa, el monarca se marcho para reunirse con los ancianos, mientras ordenaba los caballos.

La cuestión de la paz seria decidida por el pueblo, así debería de ser; cuando en un túnel que tenia una longitud de determinada, amsel le parecía que ya llevaba días caminando, amsel savia muy bien el efecto de la muerte de Johan y lo que provoco en fandora, cuando lo venían siguiendo. Aquel día no era unos de los mejores ni de los peores, de modo que la flota tenia alguna posibilidad de alcanzar la horilla opuesta.

La configuración del estrecho era notable. El control de las dos penínsulas parecía de las dos medias lunas enfrentadas, las embarcaciones dotadas de velas la plegaron y el viento las impuso hacia delante, como si tu vera prisa, cada hombre había tomado la libertad de acudirá la misión de los mas altos intereses de fandora; en las guaridas de los voladores del frío resonaban los buidos de aquellas creaturas de un lugar a otro llenas de miedo y de confusión. El tenebroso había conducido a sus compañeros hasta los farallones, el tenebroso supo que al fin podría empujarlos a desafiar el adicto a los dragones. Se encogió en la sima de una roca y se puso a meditar sobre su siguiente decisión; la raza de los dragones no había desaparecido de todo; quiso deciles que el secreto seguía viviendo dentro de el.

Esa noche en simbala, las gentes de los bosques del norte informadas por las naves que el viento de la sesión del senado, afectaron los preparativos para que los jefes de las familias emprendieran viaje hacia el sur. A doscientos cincuenta metros de altura sobre la costa occidental de simbala, una nave del viento patrullaba en el viento matutino, el hombre de más edad volvió los ojos hacia el blanco disco solar, que parecía y se ocultaba entre las nubes; siglos atrás el techo de un gran túnel del bosque superior se había hundido, desviando un río, por un cause. Desde un estrado de piedra frente ala escalera, viento de halcón contemplo el silencio a los representantes de pueblo intento adivinar lo que contestaban pero las emociones que pudo leer en sus rostros era tan diversas que decidió no hacer mas especulaciones sobre cual iba hacer el sentido del voto de cada uno.

La primera fila de representantes se acerco a la cascada, cada uno echaría al poso una de las dos gemas, la oscura o la trasparente, y el agua revelaría la solución. Ambas se parecían a las piedras de sindril pero, al lugar de encender
A entrar al contacto con el agua, su posición orgánica un cambio de coloración en el líquido oculto. La información dice que unas doscientas, la noticia cayo sobre una losa, observo a viento de halcón consultando con el general Vora los jefes de las Familias salaron atropelladamente detrás de ellos entre lamentos y exclamaciones. Bajo la ordenes de jundarlun, los hombre se agruparon en filas desordenadamente, quienes conservaban, sus armas las llevaron consigo; los demás improvisaron, sus defensas con garrotes o bolsas de piedras, poco a poco, entre gruñido de hambre y preocupación, se dirigieron hacia las colinas. El encuentro con los mountros marinos pero intentaron convencer que su entusiasmo por la invasión no se había apagado, los fandoranos están poco preparados para el ataque; son campesinos, para sospechar que fuera pudrir una invasión, seria sus emociones. Una vez más, la familia la había utilizado en sus disputas. Una leyenda había cobrado vida, a los miembros de la familia real, paralizados de asombro a la entrada del salón, les pareció que la creatura, se movía con gran lentitud, el dragón lomito y se retiro, pareció sonreír, la creatura lanzo un chillido de triunfo a los pequeños seres que habitaban en el árbol grande.

Amsel se perdió en el laberinto, a cada paso por los túneles a obturas, estaba a punto de caer de fatiga pero no podía, detenerse cada ves que lo hacia podía escuchar rápidas pinzas.

El ejercito fandorano se hallaba reunido en la llanuras de simbala, una gran extensión de pastizales, la noche iba hacer fría, y los hombres empezarían a querer marcharte, entonces podrían regresar a sus casas, los fandoranos no se a asustaron ante las naves del viento ya llegaron de macizado lejos, para que unas cubatas velas los retrocedan, la estancia estaba en silencio, y solo se oíale ruido de los pasos de viento de halcón.
Tenebroso continuo en la sima casi poderlo entender, escogió con satisfacción el frío que sentía, y el dolor que le producía, le parecía lomas adecuado para el, que no era dragón y volador, aunque llevara sangre de ambos. Si los dragones o los voladores hubieran conocido, sin duda lo vieran matado o desterrado, la falta de reacción, del monarca en cualquier caso, no constituye una prueba de tracción.

Jodurun contemplo con nerviosismo las naves cuyas velas de colores sobresalían. Los simbaleses avanzaron rápidamente. Ahora, la niebla era intensa en algunos' lugares y su blanco manto lo invadía todo. La Nave del Viento en llamas era un mortecino resplandor rojizo bajo la bruma, y, de pronto, estalló entre las nubes bajas. Viento de Halcón, en vanguardia de sus tropas, vio que Thalen había arrojado el ancla por la borda. Los garfios se arrastraron por el suelo, arrancando hierbas y pequeñas rocas, hasta engancharse en unos arbustos. Las otras Naves retrocedían ya hacia la posición de Thalen, pero su marcha era lenta pues tenían que luchar contra el viento que soplaba con fuerza a la altitud en que se encontraban. Kiorte, en cambio, avanzaba a favor del viento y pilotaba una Nave más ligera. Aunque estaba a mayor distancia, consiguió llegar a la altura de Thalen antes que ningún simbalés. Colocó una flecha en su ballesta y observó a los fandoranos que corrían bajo la Nave. A través de los remolinos de niebla, vio a Thalen bajando por la cuerda del ancla mientras la Nave en llamas se consumía. Ahora era una bola ardiente, una pira roja y amarilla. La cuerda también se quemaba, pero Thalen ya había alcanzado el suelo, sano y salvo.

Todo el pueblo estaba tan angustiado, cuando de pronto iniciaron hablar de unas estatuas de dragones (eran los que habían estado en ese lugar) y de las siete pellas que los comandan, ellos tenían que encontrar una de un dragón que le hacia falta; la tenían que buscar para encontrar una “paz”.

Crítica u opinión:
En estos capítulos, note que las guerras, la esperanza suele ser frustrada por la difícil realidad; la violencia genera violencia. Todos lo único que querían eran, que todo se acabara a rededor de los problemas se encontraban las dudas, desconfianza, y los miedos; todo esto no fue lo único por que también se enteraron que los dragones existen o todas las legendarias piedras, y tenían la esperanza de la perla del dragón que les Daria respuesta. Toda la lucha que se extendió por el bosque y las burlas entre ellos por las armas; parecería que no lo toman enserio, y luchando a pesar de todo lo que sucedía en su alrededor. Y no razonan correctamente…….

martes, 2 de junio de 2009

ultimo dragon capitulo 10 al 16.

ultimo dragón

Todo comienza, cuando un forastero encuentra a Willen en un árbol atado, en eso la princesa lo soltó; para que le pudiera confesar algo, pero no logro nada.
En otro lado amsel, recordaba su casa que mando se, cuando de pronto le apareció, una nave de viento en ella; venían dos forasteros que al principio quisieron atacarlo pero después lo ayudaron; pero como amsel estaba cansado se soltó de la cuerda donde se estaba subiendo cayendo al agua.

En el pueblo Jondalrun contempló a los niños de Tamberly, estaba muy claro que las niños permanecían ajenos a los preparativos de la guerra, Jondalrun se alejó lentamente de la plaza, incapaz de seguir contemplando a los niños; Momentos después, aparecieron dos hombres cubiertos de hollín y de cenizas. Llevaban las manos llenas de pergaminos, libros encuadernados y objetos que Jondalrun no había visto nunca; rescatados de las ruinas de la casa del ermitaño. Levantó un largo tubo negro chamuscado por el fuego. Lo manoseó con gesto agrio, investigando sus indudables orígenes de hechicero.

Amsel era un hechicero, de eso no cabe ahora la menor duda. Los hombres se miraron con inquietud, pues habían transportado todo aquello a lo largo de muchos kilómetros. Jondalrun tomó de la mesa uno de los rollos de pergamino, también chamuscado y quebradizo. Con extremo cuidado, desenrolló una parte. Jondalrun sabía leer bastante bien, pero no entendió nada de lo que estaba escrito, en aquel documento, a pesar de que las letras le resultaban extrañamente familiares.

Utilizaremos sus propias obras contra él y sus aliados dijeron. Este mapa nos ayudará a realizar la invasión. Es muy justo que el asesino de su hijo contribuya a la destrucción de su propia gente. Después dijo ¿encontrado pruebas de que Amsel haya muerto? Los hombres contestaron. En los restos de la casa había una gran cantidad de huesos chamuscados.

Horas después, por Tamberly corría ya la noticia de que se habían encontrado pruebas concluyentes de que Amsel era un espía simbalés, lo cual despejó las dudas; los Ancianos regresaron a sus respectivos pueblos para preparar a sus gentes. Cada pueblo contribuiría con cien hombres para formar el ejército. No fue difícil encontrar a hombres dispuestos a combatir, pero otro asunto muy distinto era encontrar armas para ellos. Los hombres prácticamente hacían cola, en su afán por salir a derrotar al odiado enemigo y proteger así a sus familias También se comentaba mucho y con gran preocupación qué sería de las mujeres y los niños si los hombres del pueblo no volvían. Si Fandora no se protege ahora, los hechiceros se atreverán a preparar nuevas y más graves invasiones de nuestra tierra.

Como resultado, fueron muchos más los hombres que por, vergüenza o por miedo, se alistaron voluntarios El siguiente paso sería el traslado del gente a Tamberly, donde se reuniría el grueso del ejército. Casi todos habían oído comentarios acerca del ataque a Gordain y algunos incluso habían visto las Naves del Viento frente a las Costas de Simbala el peligroso estrecho para enfrentarse con las armas a los hechiceros del este.

Entre quienes lo observaban alarmados, se encontraba Dayon, un joven navegante que acababa de regresar de una arriesgada travesía a través del estrecho. Me temo que no son meros comentarios. Esos condenados de Tamberly están empujando a Fandora a la guerra. ¿Tamberly? ¡Ése es mi pueblo! Entonces conocerás al Anciano Jondalrun, ¿no? Ese Alto Consejo. Jondalrun es mi padre respondió Dayon con una sonrisa. Los dos hombres echaron a andar entre la creciente multitud, encaminándose a la habitación de Tamark detrás de la tahona. La oscura silueta de un caballo y su jinete emergió de la cortina de niebla que envolvía el precipicio y la roca pelada. El caballo se detuvo junto a las rocas, en forma de cráneo y el jinete desmontó. Era Viento de Halcón, levantó la antorcha e iluminó los húmedos muros. Se dirigieron hacia un recodo y se encontraron ante una perturbación a la derecha, el camino mostraba una pronunciada subida; a la izquierda, una bajada igualmente acentuada. Viento de Halcón tomó el de la izquierda. Después de cruzar, hicieron un alto para que Viento de Halcón pudiera vaciar sus botas del agua que le había entrado salieron del pasadizo y se encontraron en una gran cavidad de la roca. Estaban en uno de los enormes ojos vacíos de la roca en forma de cráneo. Detrás de ellos sé escuchó el ruido de una pisada sobre la piedra. Un hombre venía jadeando como si hubiera cruzado los pasadizos a la carrera. Se volvió rápidamente Viento de Halcón entregó su antorcha al soldado. Se fue sin decir adiós, el monarca desapareció a toda prisa por el pasadizo. La niebla y la bruma baja se habían espesado, envolviendo los árboles subieron a sus monturas e .iniciaron la marcha a un paso fácil que los caballos fueran capaces de mantener toda la noche. Sin embargo, no habían avanzado mucho cuando Willen advirtió un extraño sonido que se alzaba por encima de las pisadas regulares de sus corceles Al principio creyó que era un enorme murciélago, pero luego dio cuenta de que se trataba de un halcón, que sobre volaba las cabezas de los caballos con las garras extendidas. En ese instante, la luna iluminó el rostro del intruso y el hombre de los Bosques del Norte se quedó boquiabierto al reconocer al monarca de Simbala, el monarca clavó la vista en Willen.

Dayon encontró Tamberly mucho más pequeño de lo que recordaba. Una densa niebla procedente del mar envolvía las calles y las casas. El Bosque Gris, en la trastienda, preparando planes de guerra con el anciano Pennel Cruzó la plaza apresuradamente y entró en la taberna. No le apetecía enfrentarse a su padre, pero la muerte de Johan lo impulsaba a presentarse ante él. Al menos, se dijo Dayon, podría ver pronto a su madre, la había echado muchísimo en falta durante los dos últimos años. Llamó a la puerta Jondalrun la abrió de un tirón, lanzó, una mirada colérica a Dayon y dijo con voz estentórea ¿Has venido a alistarte? Dayon temió por un instante que su intento de entrada teatral hubiera sido demasiado para su padre. . Los dos hombres se miraron en silencio durante un instante, sin saber qué decir.

Alguien tenía que empezar, se dijo Dayon, de modo que fue el primero en hablar. El padre y el .hijo permanecieron frente a frente en silencio una vez más, y fue como si los años se hubieran convertido de pronto en polvo.Un ejército se estaba congregando en las colinas sobre TamberIy. Un ejército de hombres cansados, ateridos de frío y hambrientos. Veinte pueblos habían enviado a un centenar de hombres cada uno y allí estaban ya los primeros en llegar, de Borgen y de Jelrich. Habían realizado una larga marcha, .dispuestos a pasar la noche en camas blandas y calientes, con la panza llena de buenas comidas. Unos doscientos, portando antorchas y lanzando gritos de entusiasmo, bajaron atropellada mente hacia TamberIy. En la trastienda de la taberna El Bosque Gris, Jondalrun y Dayon no habían advertido el creciente ruido del exterior. Ambos estaban absortos en su conversación Su padre seguía tan testarudo como siempre, pensó Dayon, pero esta vez no se dejaría convencer. Dayon pensó en los sirnbaleses. Eran sin duda un pueblo de hechiceros, el joven había oído decir que el monarca de Simbala podía transformarse en un halcón. Desafiar a aquella gente era una locura, Tamberly estaba invadido por los soldados que, bajando de las colinas por la calle principal, inundaban las callejea las formando una caótica marea humana. Hambrientos y sedientos, los hombres desoían las órdenes que les gritaban los Ancianos de sus respectivos pueblos y deambulaban sin control; algunos perseguían gallinas o robaban verduras de las carretas de los campesinos con la intención de prepararse comida, otros se llevaban los últimos restos del mercado y recorrían las tabernas apurando una jarra tras otra entre un gran alboroto Dayon continuó contemplando la escena. En uno de dichos túneles, sin más movimiento que el ocasional goteo de agua de las raíces, brillaba una débil luz amarilla que, por momentos, iba adquiriendo más intensidad.

Al otro extremo del jardín se veían las raíces de otro árbol gigante y, en ellas, una pequeña puerta redonda que lo habían apresado no le habían dirigido una sola palabra Hambriento y cansado, el inventor estaba furioso hasta lo indecible La puerta se abrió de pronto levantando una corriente de aire fresco. Una luz amarilla iluminó la cámara y un revuelo de polvo y tierra nubló la escena. Amsel vio entrar a cuatro sombras y escuchó una voz femenina. Te presento a un espía fandorano por un instante, Amsel esperó ver ante sí al espía. Luego comprendió que la mujer se refería a él era una mujer alta cuyo enorme peinado en forma de cono, salpicado de piedras preciosas, la obligaba a permanecer inclinada bajo la maraña de raíces del techo. Era muy hermosa la antorcha que portaba no parecía brillar tanto como sus cabellos rojizos. Sonreía, pero, sin saber por qué, a Amsel no le gustó su expresión. El fandorano contempló sus manos. No llevaba anillos, pero sus dedos terminaban en unas uñas perversamente largas, pintadas de diversos colores y limadas en punta con gran cuidado. Amsel asintió y tragó saliva con dificultad. La mujer retiró la uña de su garganta. Enmudeció, furioso y atemorizado al mismo tiempo no le preocupaba tanto la amenaza de aquella mujer como el hecho de que parecía disfrutar con ella. Si realmente era una persona con poder en Simbala, estaba en un buen apuro. Amsel percibió un destello de alegría y nerviosismo entre la mujer llamada Evirae y el hombre que estaba a su lado. No supo a qué podía deberse, pero le preocupó más esa emoción mal reprimida que la sensación de que el asunto estaba fuera de control.
¡Hay tiempo para evitar la guerra! gritó en un esfuerzo para enmendar las cosas o ¡Sólo tienes que comprender la razón que impulsa a mis compatriotas! Un niño ha sido asesinado y Fandora cree que el responsable es uno de lo Jinetes del Viento.
¡Es una trampa! gritó Evirae, acallando las exclamaciones de Amsel ¡Lo que intenta Fandora es capturar una de nuestras Naves del Viento y volverla contra nosotros! Hemos oído hablar de la muerte de la niña... ¡pero era una hija de Simbala, no una fandorana!
¡No! Por favor suplicó Amsel. ¡Escúchenme! Tal vez ya se hayan reunido las embarcaciones fandoranas para la invasión, pero mi pueblo no es una amenaza para vosotros. Yo he visto vuestra Nave del Viento y a vuestros soldados ¡Mirarme! Si apenas os llego a la cintura! Mi pueblo no puede ser una amenaza para nosotros. ¡Ayudad me a evitar una matanza, por favor!! Gritó Amsel Eso no es cierto En la frontera de los Bosques del Norte ya había caído noche. De pronto, la mortecina luz de la luna quedó ocultada por una enorme sombra que se extendió sobre el suelo. Los dos hombres alzaron la vista, como Larhan. Sobre ellos, las estrellas quedaban tapadas por la silueta de una Nave del Viento, una Nave para un solo tripulante, menor que la mayoría de las Naves de la flota pero, aun así, enorme e impresionante. Mientras el monarca Viento de Halcón avanzaba ahora por el túnel desierto, todo estaba en silencio. De pronto, tomó conciencia de los cientos de metros de roca que había sobre su cabeza y de la fragilidad de aquella intrusión humana en la piedra eterna. Apretó el paso. Por alguna razón, se sentía impulsado a llegar cuanto antes al pozo situado al final del túnel.
Se detuvo de pronto. Dio media vuelta y alzó la antorcha para iluminar el tramo de túnel hasta el último recodo que acababa de dejar atrás El pozo se había excavado con una pronunciada pendiente en la roca y tenía unos agujeros para manos y pies por los que subían y bajaban los mineros Después de estos acontecimientos, Viento de Halcón ordenó cegar la boca del pozo con una roca que precisó de veinte hombres para poder ser movida. 'La falta de vigilancia y las filtraciones originadas por la lluvia habían provocado que parte de la cámara se derrumbara, en un pequeño alud de fango, y la tierra había arrojado la pesada roca a un lado como si se tratara de un juguete infantil La presencia del lobo de las cavernas representaba un nuevo peligro, pero el monarca casi se sentía aliviado. Si lo comparaba con Evirae, la conducta del animal no podía mover a confusiones El nuevo problema quedaba más allá de las intrigas políticas del Bosque Superior. El posible asesinato de la muchacha era un ataque que exigía una represalia inmediata... Muy al norte de Fandora y Sirnbala, más allá del mar Septentrional Había sido el fin de la era de los Dragones. Esta era se había prolongado durante tanto tiempo que las propias estrellas habrían servido para marcarlo. En su transcurso, los continentes se habían elevado y hundido, mientras muchas especies menores nacían y desaparecían. Sin embargo, el fin que estas criaturas compartían se aproximaba lentamente, y eran presa del miedo. La lucha contra el viento penetrante, contra la nieve ardiente, constituía ahora una parte de él. .. Un dolor que nunca remitiría. Estaba torturado por la furia y por el hermano más oscuro de ésta: el miedo El Tenebroso había meditado, mucho sobre lo que había dicho la Guardiana: Esta le había revelado que los humanos volar, igual que su especie, y este hecho demostraba sin lugar a dudas que eran peligrosos y hostiles El frío que aumentaba año tras año, la escasez de alimentos...El Tenebroso no pudo controlar su reacción: su cabeza se adelantó en un movimiento centellean y sus dientes desgarraron el ala del agresor, partiéndole uno de sus frágiles huesos. Con un grito estentóreo de dolor, el animal herido inició un picado que le llevaría a estrellarse contra las peñas del fondo. Al instante, el Tenebroso se lanzó tras él Ahora, debía reparar el daño que había hecho; la especie ya estaba lo bastante mermada como para que la desesperación produjera más muertes. El Tenebroso sabía que era preciso hacer algo. El frío aumentaba cada vez más y la especie parecía incapaz de soportarlo como había hecho en el pasado. El calor de los manantiales termales y de los ya no lograba compensarlo. No podían continuar allí, helados y hambrientos. El Ultimo Dragón, el último representante de una raza que había perecido entre los hielos al iniciarse el descenso de las temperaturas, había desaparecido mucho tiempo atrás. Pese a ello, los Voladores del Frío no violarían el edicto mientras hubiera una remota posibilidad de que el Último Dragón aún estuviera con vida.

Conclusión
En estos capítulos, la controversia de la guerra alarma a todos, las razones es por que piensan; primero que no hay suficientes armas, hay materia para hacerlas pero “no hay tiempo para hacerlas” dos, que si se tardan los hechiceros los atacarían imprevistos, y también los que puede provocar la guerra o mas bien las consecuencias de la misma. Los mas raro es que como que Jondalrun, se esta arrepintiendo o lo duda; y muchos personajes actúan con mucha cizaña, y aparte sigo un poca perdida no puedo comprender la historia esta muy laboriosa.