martes, 2 de junio de 2009

ultimo dragon capitulo 10 al 16.

ultimo dragón

Todo comienza, cuando un forastero encuentra a Willen en un árbol atado, en eso la princesa lo soltó; para que le pudiera confesar algo, pero no logro nada.
En otro lado amsel, recordaba su casa que mando se, cuando de pronto le apareció, una nave de viento en ella; venían dos forasteros que al principio quisieron atacarlo pero después lo ayudaron; pero como amsel estaba cansado se soltó de la cuerda donde se estaba subiendo cayendo al agua.

En el pueblo Jondalrun contempló a los niños de Tamberly, estaba muy claro que las niños permanecían ajenos a los preparativos de la guerra, Jondalrun se alejó lentamente de la plaza, incapaz de seguir contemplando a los niños; Momentos después, aparecieron dos hombres cubiertos de hollín y de cenizas. Llevaban las manos llenas de pergaminos, libros encuadernados y objetos que Jondalrun no había visto nunca; rescatados de las ruinas de la casa del ermitaño. Levantó un largo tubo negro chamuscado por el fuego. Lo manoseó con gesto agrio, investigando sus indudables orígenes de hechicero.

Amsel era un hechicero, de eso no cabe ahora la menor duda. Los hombres se miraron con inquietud, pues habían transportado todo aquello a lo largo de muchos kilómetros. Jondalrun tomó de la mesa uno de los rollos de pergamino, también chamuscado y quebradizo. Con extremo cuidado, desenrolló una parte. Jondalrun sabía leer bastante bien, pero no entendió nada de lo que estaba escrito, en aquel documento, a pesar de que las letras le resultaban extrañamente familiares.

Utilizaremos sus propias obras contra él y sus aliados dijeron. Este mapa nos ayudará a realizar la invasión. Es muy justo que el asesino de su hijo contribuya a la destrucción de su propia gente. Después dijo ¿encontrado pruebas de que Amsel haya muerto? Los hombres contestaron. En los restos de la casa había una gran cantidad de huesos chamuscados.

Horas después, por Tamberly corría ya la noticia de que se habían encontrado pruebas concluyentes de que Amsel era un espía simbalés, lo cual despejó las dudas; los Ancianos regresaron a sus respectivos pueblos para preparar a sus gentes. Cada pueblo contribuiría con cien hombres para formar el ejército. No fue difícil encontrar a hombres dispuestos a combatir, pero otro asunto muy distinto era encontrar armas para ellos. Los hombres prácticamente hacían cola, en su afán por salir a derrotar al odiado enemigo y proteger así a sus familias También se comentaba mucho y con gran preocupación qué sería de las mujeres y los niños si los hombres del pueblo no volvían. Si Fandora no se protege ahora, los hechiceros se atreverán a preparar nuevas y más graves invasiones de nuestra tierra.

Como resultado, fueron muchos más los hombres que por, vergüenza o por miedo, se alistaron voluntarios El siguiente paso sería el traslado del gente a Tamberly, donde se reuniría el grueso del ejército. Casi todos habían oído comentarios acerca del ataque a Gordain y algunos incluso habían visto las Naves del Viento frente a las Costas de Simbala el peligroso estrecho para enfrentarse con las armas a los hechiceros del este.

Entre quienes lo observaban alarmados, se encontraba Dayon, un joven navegante que acababa de regresar de una arriesgada travesía a través del estrecho. Me temo que no son meros comentarios. Esos condenados de Tamberly están empujando a Fandora a la guerra. ¿Tamberly? ¡Ése es mi pueblo! Entonces conocerás al Anciano Jondalrun, ¿no? Ese Alto Consejo. Jondalrun es mi padre respondió Dayon con una sonrisa. Los dos hombres echaron a andar entre la creciente multitud, encaminándose a la habitación de Tamark detrás de la tahona. La oscura silueta de un caballo y su jinete emergió de la cortina de niebla que envolvía el precipicio y la roca pelada. El caballo se detuvo junto a las rocas, en forma de cráneo y el jinete desmontó. Era Viento de Halcón, levantó la antorcha e iluminó los húmedos muros. Se dirigieron hacia un recodo y se encontraron ante una perturbación a la derecha, el camino mostraba una pronunciada subida; a la izquierda, una bajada igualmente acentuada. Viento de Halcón tomó el de la izquierda. Después de cruzar, hicieron un alto para que Viento de Halcón pudiera vaciar sus botas del agua que le había entrado salieron del pasadizo y se encontraron en una gran cavidad de la roca. Estaban en uno de los enormes ojos vacíos de la roca en forma de cráneo. Detrás de ellos sé escuchó el ruido de una pisada sobre la piedra. Un hombre venía jadeando como si hubiera cruzado los pasadizos a la carrera. Se volvió rápidamente Viento de Halcón entregó su antorcha al soldado. Se fue sin decir adiós, el monarca desapareció a toda prisa por el pasadizo. La niebla y la bruma baja se habían espesado, envolviendo los árboles subieron a sus monturas e .iniciaron la marcha a un paso fácil que los caballos fueran capaces de mantener toda la noche. Sin embargo, no habían avanzado mucho cuando Willen advirtió un extraño sonido que se alzaba por encima de las pisadas regulares de sus corceles Al principio creyó que era un enorme murciélago, pero luego dio cuenta de que se trataba de un halcón, que sobre volaba las cabezas de los caballos con las garras extendidas. En ese instante, la luna iluminó el rostro del intruso y el hombre de los Bosques del Norte se quedó boquiabierto al reconocer al monarca de Simbala, el monarca clavó la vista en Willen.

Dayon encontró Tamberly mucho más pequeño de lo que recordaba. Una densa niebla procedente del mar envolvía las calles y las casas. El Bosque Gris, en la trastienda, preparando planes de guerra con el anciano Pennel Cruzó la plaza apresuradamente y entró en la taberna. No le apetecía enfrentarse a su padre, pero la muerte de Johan lo impulsaba a presentarse ante él. Al menos, se dijo Dayon, podría ver pronto a su madre, la había echado muchísimo en falta durante los dos últimos años. Llamó a la puerta Jondalrun la abrió de un tirón, lanzó, una mirada colérica a Dayon y dijo con voz estentórea ¿Has venido a alistarte? Dayon temió por un instante que su intento de entrada teatral hubiera sido demasiado para su padre. . Los dos hombres se miraron en silencio durante un instante, sin saber qué decir.

Alguien tenía que empezar, se dijo Dayon, de modo que fue el primero en hablar. El padre y el .hijo permanecieron frente a frente en silencio una vez más, y fue como si los años se hubieran convertido de pronto en polvo.Un ejército se estaba congregando en las colinas sobre TamberIy. Un ejército de hombres cansados, ateridos de frío y hambrientos. Veinte pueblos habían enviado a un centenar de hombres cada uno y allí estaban ya los primeros en llegar, de Borgen y de Jelrich. Habían realizado una larga marcha, .dispuestos a pasar la noche en camas blandas y calientes, con la panza llena de buenas comidas. Unos doscientos, portando antorchas y lanzando gritos de entusiasmo, bajaron atropellada mente hacia TamberIy. En la trastienda de la taberna El Bosque Gris, Jondalrun y Dayon no habían advertido el creciente ruido del exterior. Ambos estaban absortos en su conversación Su padre seguía tan testarudo como siempre, pensó Dayon, pero esta vez no se dejaría convencer. Dayon pensó en los sirnbaleses. Eran sin duda un pueblo de hechiceros, el joven había oído decir que el monarca de Simbala podía transformarse en un halcón. Desafiar a aquella gente era una locura, Tamberly estaba invadido por los soldados que, bajando de las colinas por la calle principal, inundaban las callejea las formando una caótica marea humana. Hambrientos y sedientos, los hombres desoían las órdenes que les gritaban los Ancianos de sus respectivos pueblos y deambulaban sin control; algunos perseguían gallinas o robaban verduras de las carretas de los campesinos con la intención de prepararse comida, otros se llevaban los últimos restos del mercado y recorrían las tabernas apurando una jarra tras otra entre un gran alboroto Dayon continuó contemplando la escena. En uno de dichos túneles, sin más movimiento que el ocasional goteo de agua de las raíces, brillaba una débil luz amarilla que, por momentos, iba adquiriendo más intensidad.

Al otro extremo del jardín se veían las raíces de otro árbol gigante y, en ellas, una pequeña puerta redonda que lo habían apresado no le habían dirigido una sola palabra Hambriento y cansado, el inventor estaba furioso hasta lo indecible La puerta se abrió de pronto levantando una corriente de aire fresco. Una luz amarilla iluminó la cámara y un revuelo de polvo y tierra nubló la escena. Amsel vio entrar a cuatro sombras y escuchó una voz femenina. Te presento a un espía fandorano por un instante, Amsel esperó ver ante sí al espía. Luego comprendió que la mujer se refería a él era una mujer alta cuyo enorme peinado en forma de cono, salpicado de piedras preciosas, la obligaba a permanecer inclinada bajo la maraña de raíces del techo. Era muy hermosa la antorcha que portaba no parecía brillar tanto como sus cabellos rojizos. Sonreía, pero, sin saber por qué, a Amsel no le gustó su expresión. El fandorano contempló sus manos. No llevaba anillos, pero sus dedos terminaban en unas uñas perversamente largas, pintadas de diversos colores y limadas en punta con gran cuidado. Amsel asintió y tragó saliva con dificultad. La mujer retiró la uña de su garganta. Enmudeció, furioso y atemorizado al mismo tiempo no le preocupaba tanto la amenaza de aquella mujer como el hecho de que parecía disfrutar con ella. Si realmente era una persona con poder en Simbala, estaba en un buen apuro. Amsel percibió un destello de alegría y nerviosismo entre la mujer llamada Evirae y el hombre que estaba a su lado. No supo a qué podía deberse, pero le preocupó más esa emoción mal reprimida que la sensación de que el asunto estaba fuera de control.
¡Hay tiempo para evitar la guerra! gritó en un esfuerzo para enmendar las cosas o ¡Sólo tienes que comprender la razón que impulsa a mis compatriotas! Un niño ha sido asesinado y Fandora cree que el responsable es uno de lo Jinetes del Viento.
¡Es una trampa! gritó Evirae, acallando las exclamaciones de Amsel ¡Lo que intenta Fandora es capturar una de nuestras Naves del Viento y volverla contra nosotros! Hemos oído hablar de la muerte de la niña... ¡pero era una hija de Simbala, no una fandorana!
¡No! Por favor suplicó Amsel. ¡Escúchenme! Tal vez ya se hayan reunido las embarcaciones fandoranas para la invasión, pero mi pueblo no es una amenaza para vosotros. Yo he visto vuestra Nave del Viento y a vuestros soldados ¡Mirarme! Si apenas os llego a la cintura! Mi pueblo no puede ser una amenaza para nosotros. ¡Ayudad me a evitar una matanza, por favor!! Gritó Amsel Eso no es cierto En la frontera de los Bosques del Norte ya había caído noche. De pronto, la mortecina luz de la luna quedó ocultada por una enorme sombra que se extendió sobre el suelo. Los dos hombres alzaron la vista, como Larhan. Sobre ellos, las estrellas quedaban tapadas por la silueta de una Nave del Viento, una Nave para un solo tripulante, menor que la mayoría de las Naves de la flota pero, aun así, enorme e impresionante. Mientras el monarca Viento de Halcón avanzaba ahora por el túnel desierto, todo estaba en silencio. De pronto, tomó conciencia de los cientos de metros de roca que había sobre su cabeza y de la fragilidad de aquella intrusión humana en la piedra eterna. Apretó el paso. Por alguna razón, se sentía impulsado a llegar cuanto antes al pozo situado al final del túnel.
Se detuvo de pronto. Dio media vuelta y alzó la antorcha para iluminar el tramo de túnel hasta el último recodo que acababa de dejar atrás El pozo se había excavado con una pronunciada pendiente en la roca y tenía unos agujeros para manos y pies por los que subían y bajaban los mineros Después de estos acontecimientos, Viento de Halcón ordenó cegar la boca del pozo con una roca que precisó de veinte hombres para poder ser movida. 'La falta de vigilancia y las filtraciones originadas por la lluvia habían provocado que parte de la cámara se derrumbara, en un pequeño alud de fango, y la tierra había arrojado la pesada roca a un lado como si se tratara de un juguete infantil La presencia del lobo de las cavernas representaba un nuevo peligro, pero el monarca casi se sentía aliviado. Si lo comparaba con Evirae, la conducta del animal no podía mover a confusiones El nuevo problema quedaba más allá de las intrigas políticas del Bosque Superior. El posible asesinato de la muchacha era un ataque que exigía una represalia inmediata... Muy al norte de Fandora y Sirnbala, más allá del mar Septentrional Había sido el fin de la era de los Dragones. Esta era se había prolongado durante tanto tiempo que las propias estrellas habrían servido para marcarlo. En su transcurso, los continentes se habían elevado y hundido, mientras muchas especies menores nacían y desaparecían. Sin embargo, el fin que estas criaturas compartían se aproximaba lentamente, y eran presa del miedo. La lucha contra el viento penetrante, contra la nieve ardiente, constituía ahora una parte de él. .. Un dolor que nunca remitiría. Estaba torturado por la furia y por el hermano más oscuro de ésta: el miedo El Tenebroso había meditado, mucho sobre lo que había dicho la Guardiana: Esta le había revelado que los humanos volar, igual que su especie, y este hecho demostraba sin lugar a dudas que eran peligrosos y hostiles El frío que aumentaba año tras año, la escasez de alimentos...El Tenebroso no pudo controlar su reacción: su cabeza se adelantó en un movimiento centellean y sus dientes desgarraron el ala del agresor, partiéndole uno de sus frágiles huesos. Con un grito estentóreo de dolor, el animal herido inició un picado que le llevaría a estrellarse contra las peñas del fondo. Al instante, el Tenebroso se lanzó tras él Ahora, debía reparar el daño que había hecho; la especie ya estaba lo bastante mermada como para que la desesperación produjera más muertes. El Tenebroso sabía que era preciso hacer algo. El frío aumentaba cada vez más y la especie parecía incapaz de soportarlo como había hecho en el pasado. El calor de los manantiales termales y de los ya no lograba compensarlo. No podían continuar allí, helados y hambrientos. El Ultimo Dragón, el último representante de una raza que había perecido entre los hielos al iniciarse el descenso de las temperaturas, había desaparecido mucho tiempo atrás. Pese a ello, los Voladores del Frío no violarían el edicto mientras hubiera una remota posibilidad de que el Último Dragón aún estuviera con vida.

Conclusión
En estos capítulos, la controversia de la guerra alarma a todos, las razones es por que piensan; primero que no hay suficientes armas, hay materia para hacerlas pero “no hay tiempo para hacerlas” dos, que si se tardan los hechiceros los atacarían imprevistos, y también los que puede provocar la guerra o mas bien las consecuencias de la misma. Los mas raro es que como que Jondalrun, se esta arrepintiendo o lo duda; y muchos personajes actúan con mucha cizaña, y aparte sigo un poca perdida no puedo comprender la historia esta muy laboriosa.

2 comentarios:

  1. prof mis compañeros no han publicado su trabajo y no les puedo comentar..............!

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  2. Sandy:

    vas mejorando, entenderas la historia cuando estes muy cerca de terminar la lectura, has encontrado elementos clave y excelente trabajo.

    Calificación = 10

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